sábado, 22 de octubre de 2011

Me lo dijo mi almohada.

Itzayana es una niña muy inquieta y alegre, le encanta ir al parque con su perrita Taiga, pero aún más le gusta, ir a visitar a sus abuelos a Valle de Bravo.
Mañana es el cumpleaños número 9 de Itzayana y sus papás planean ir a casa de los abuelos; pero hay un problema, Itzayana tiene una almohadita de cuando era bebé y siempre duerme con ella, pero hoy mamá la lavó y de lo vieja que está se ha roto.
Cuando Itzayana llega a casa después de la escuela, mamá le dice que haga su maleta porque irán a casa de los abuelos. Cuando ella va a su habitación y comienza a guardar sus cosas, nota la ausencia de su almohada y le pregunta a mamá donde está, en el momento en que mamá le dice que ya no sirve, Itzayana se pone a llorar, hace berrinche y dice que no quiere ir a casa de los abuelos, sin embargo, al final decide sí ir porque la casa de sus abuelos le gusta mucho.
Así que se subieron al carro y partieron rumbo a Valle de Bravo.
Cuando llegaron a casa de los abuelos, Itzayana ya se había olvidado del altercado de la almohada y bajó corriendo a darle un beso y un abrazo a sus abuelos.
Taiga, que también había ido, comenzó a corretear una mariposa por el jardín e Itzayana entró con su abuelita a la casa para tomar un poco de té.
Cuando comenzó a caer la tarde, comieron pastel  y después hicieron una fogata. Al terminar, se levantaron, le echaron un poco de tierra y cuando ya se iban a acostar, Itzayana se acordó de que no tenía su almohadita y se puso triste, entonces su abuelita le dijo que ella le iba a regalar una almohada mágica para que se sintiera mejor. A Itzayana le gustó la idea y la aceptó, le preguntó a su abuelita porque era mágica y ella le dijo que porque una almohada nueva siempre trae consigo sueños nuevos.
Itzayana se fue a su cuarto satisfecha con la almohada que su abuelita le había regalado. Se acostó y comenzó a soñar. Al otro día despertó muy contenta y corrió a buscar a su abuelita para decirle: “¡Abuelita! ¡Tenías razón! ¡Las almohadas nuevas traen sueños nuevos!”
Su abuelita estaba muy feliz porque su idea había resultado y le preguntó a Itzayana qué había soñado, ella le respondió que soñó que estaba en un campo con Taiga correteando muchas mariposas de muchos colores.
Itzayana estaba tan feliz que no se había dado cuenta de que estaba lloviendo, cuando lo notó le preguntó a su abuelita qué cosa podría jugar dentro de la casa, ella le dijo que jugar, nada, pero que podía leer un libro. A Itzayana no le gustó mucho la idea, eran vacaciones.  Pero cómo no tenía nada mejor que hacer, fue a buscar un libro que le llamara la atención. Encontró uno sobre campamentos y lo comenzó a leer, se encontró con que al apagar una fogata se debe tener mucho cuidado porque podría convertirse en un incendio, eso le llamó mucho la atención pues ellos hacían fogatas constantemente ya que a ella le encantan los bombones asados.
Le devolvió el libro a su abuelo y fue a tomar una siesta.
Cuando despertó corrió a buscar a sus abuelos y les dijo: “Abuelitos, tuve un sueño muy interesante, ¿quieren qué se los cuente?”
Sus abuelos le dijeron que sí y se fueron a sentar los 3 al jardín. Entonces Itzayana les dijo: “Soñé que era un guardabosques, y que unos niños iban de campamento y apagaban mal su fogata e iniciaban un incendio. Entonces iban a buscarme para apagarlo y llamábamos a los bomberos, ellos lograban apagar el incendio pero muchos arbolitos murieron.”
Sus abuelitos le preguntaron qué había aprendido en ese sueño y ella les dijo que había aprendido que es muy importante apagar bien las fogatas porque si no pueden ocurrir accidentes y que si el incendio de su sueño hubiese sido más grande los bomberos se hubiesen tardado mucho en apagarlo y hubiera sido muy peligroso, y que aparte se mueren muchos árboles y los árboles son muy importantes porque nos dan oxígeno.
Sus abuelitos se sintieron muy orgullosos de ella porque había aprendido mucho y de premio, fueron a acampar, pero claro, se cercioraron de apagar muy bien la fogata.

Fin.

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